Babasónicos volvió a Barcelona con un show a sala llena que demostró por qué es una de las bandas más importantes de Argentina. ¡Y FlipAr estuvo ahí! Te contamos lo que se vivió el miércoles 9 de marzo en la Sala Apolo.
Texto: Christian Alliana
Fotos: Cristian Rodríguez Núñez
Es miércoles por la noche y la Sala Apolo de Barcelona está colmada como en sus mejores épocas. Las restricciones de los últimos dos años hacen que las expectativas por volver a disfrutar de un show con un poco más de normalidad sean enormes. En el emblemático recinto del carrer Nou de la Rambla, ochocientas personas esperan ansiosas la vuelta de Babasónicos a tierras catalanas.
Cinco minutos después de las nueve de la noche, la banda argentina sale a escena con la intro electrónica y el low tempo de “Bestia pequeña”, como para ir calentando motores de a poco. Sin embargo, inmediatamente llegan “Carismático” y “Yegua”, y la gente explota con estos dos clásicos de Anoche (2005).
Estos primeros minutos sirven como preámbulo de lo que será el concierto de aquí en adelante: una mezcla de hits con temas lado B. En ese camino de ida y vuelta jugará el grupo, con una entrega por igual, tanto cuando suenen las melodías más conocidas como cuando sea el turno de aquellas que solo corean los más entendidos en la trayectoria del sexteto.
Si bien desde siempre Babasónicos estuvo ligado al rock pop, la banda sabe muy bien acercarse a un rock más garagero (“Cretino”), incluso punk (“Sin mi diablo”), y hasta intercalar matices de tex mex (“Desfachatados”).
Para reflejar el camino tomado por el grupo en los últimos años, suenan los cortes de difusión de sus últimos tres trabajos: “La lanza” (Romantisísmico, 2013), “La pregunta” (Discutible, 2018) y “La izquierda de la noche”, adelanto del disco que saldrá este año. La unión entre rock y electrónica es el hilo conductor de la noche en Barcelona, teniendo sus picos más altos en esa especie de baladas indescifrables que son “Ingrediente” y “Estertor”.
Como para que el clima de bailable sensualidad y peligroso rock no se corte en ningún momento, los temas suenan uno detrás del otro, casi sin pausa. Adrián Dárgelos es un cantante que se caracteriza por no hablar entre canciones –unas tímidas “muchas gracias” repetidas un par de veces fueron las escasas palabras pronunciadas por el líder-.
En esa escueta conexión verbal, sumada a un juego de luces que muchas veces dificulta ver a los músicos, radica uno de los mayores atractivos de Babasónicos. En vivo, la atención está centrada pura y exclusivamente en la música y en los climas que ofrece la banda a lo largo de su set. Por eso, en Barcelona, hay lugar para el pogo en “Pendejo”, el canto masivo en “El colmo” y el disfrute mayormente femenino de “Vampi” y “Putita”.
Babasónicos rompe la lógica de armar setlists colmados de hits, que repiten casi todos los grupos que salen de su país. El grupo que también conforman Diego Rodríguez y Mariano Roger (guitarras), Diego Tuñón (teclados), Diego Castellanos (batería) y Gustavo Torres (bajo), trae a Barcelona algunas perlas ocultas de su repertorio.
Cuando suenan “Flora y fauno”, “Ingrediente” y “Once”, la banda sorprende y alegra a más de uno. Con la promesa de regresar a Barcelona en septiembre, Babasónicos cierra así un concierto de una hora y media, alternando sus hits con obras menos conocidas y exponiendo todo el oficio aprendido en sus tres décadas de trayectoria.
