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Germán Vilella

GERMÁN VILELLA: “Si las circunstancias se dan, todo lo demás está a favor para una reunión espontánea de Los Rodríguez”

Se acaba de editar el mítico concierto que Los Rodríguez dio en 1993 en la Plaza de Toros de Las Ventas (Madrid) y hablamos con su histórico baterista, el español Germán Vilella, acerca del enorme legado que dejó este cuarteto, de sus años viviendo en Argentina y de su presente retirado de los escenarios.

Texto: Christian Alliana
Fotos: gentileza del artista

Germán Vilella

Hay un dicho que reza: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Esta expresión parece calzarle justo a la historia de Los Rodríguez, grupo hispano/argentino formado en Madrid a principios de los noventa por Andrés Calamaro (voz y teclados), Ariel Rot (voz y guitarra), Julián Infante (guitarra y coros) y Germán Vilella (batería y coros).

Es que la vida activa de la banda duró apenas seis años, en los cuales hubo tiempo para grabar tres discos de estudio, uno en vivo y realizar cientos de conciertos en ambos lados del Atlántico. Pero, sobre todo, lo que el cuarteto dejó es un legado de canciones exquisitas, con melodías populares y fineza en la ejecución, que marcó un antes y un después en el Rock Iberoamericano.

En septiembre, a treinta años de la fundación del grupo, Warner Music España editó En Las Ventas Madrid 7 Sep 1993, el concierto que el grupo dio en la famosa plaza de toros de la capital española, y aprovechamos esta excusa para charlar con el baterista Germán Vilella.

¿Cómo surgió la propuesta de editar el show en Las Ventas? Siempre se dijo que esa actuación fue una bisagra para la banda.

—La propuesta vino de la compañía porque tenemos muy buena sintonía con ellos y periódicamente proponen editar cosas, han hecho mucho por mantener viva la llama del grupo. Con respecto a la importancia de ese show, se debió a que fue justo en el momento en el que el disco Sin Documentos (1993) estaba empezando a explotar. Nosotros íbamos como teloneros de Manolo Tena –cantante español muy exitoso en ese entonces-, pero en las semanas previas perdimos ese status y nos pusimos muy a la par. Las críticas posteriores terminaron de dar el espaldarazo al grupo y nos consolidaron en la cima.

Los fanáticos más atentos de Los Rodríguez sabrán que el audio de este recital fue editado oficialmente en 2014, junto a la reedición de Sin Documentos, pero en esta ocasión se presenta con el sonido remezclado y remasterizado por el ingeniero y productor inglés Nigel Walker, además de sumar el material audiovisual. Por ello es que esta edición se puede conseguir en formato CD + DVD o en doble vinilo, que también incluye el CD y DVD.

Al observar y escuchar el show, uno no puede pasar por alto la justeza de la banda y la energía que entregaba arriba del escenario. Germán Vilella lo atribuye la intensidad de los ensayos, por eso le sorprende que haya “grupos que quieren tener éxito, vivir de esto y no ensayan, no trabajan”, y sostiene: “En todos los aspectos de la vida, el éxito tiene que tener talento, trabajo y el toque de suerte, que también es necesario”.

¿En su momento se dieron cuenta de la importancia de ese concierto?

—Yo todo lo referente a Los Rodríguez lo he podido valorar después de muchos años. En el momento en el que el grupo estaba activo yo no era consciente de la magnitud y la trascendencia que después tendría lo que estábamos haciendo.

En el momento en el que Los Rodríguez estaba activo yo no era consciente de la magnitud y la trascendencia que después tendría lo que estábamos haciendo.

Y, si bien el tiempo los ubicó en un pedestal muy alto, los comienzos del cuarteto fueron difíciles, con los músicos teniendo otros trabajos –Germán Vilella, por ejemplo, fue portero en una sala de conciertos en Madrid- y con muy poco dinero –Andrés Calamaro llegó a pedir pesetas prestadas al diariero de la esquina de su casa-.

Esta situación, bastante común en las bandas de rock, hubiera desanimado a cualquiera, pero no a ellos. “Ayudó que nos gustaba mucho lo que estábamos haciendo, éramos un grupo de camaradas y tampoco teníamos una oferta para hacer otra cosa más productiva”, reflexiona el baterista, y recuerda: “Trabajamos tres años sin mucho éxito pero sabíamos que estábamos haciendo una cosa muy buena y eso nos mantuvo unidos; de todas formas, una vez más entró la suerte, porque si la oferta discográfica para grabar Sin Documentos se hubiera retrasado uno o dos meses es posible que el grupo se hubiera separado antes”.

¿Cómo te llevas con revisitar la historia del grupo?

—A veces escuchamos los discos viejos, cuando la compañía nos envía cosas nuevas para autorizar, pero normalmente no es una música que me pongo para escuchar. Me provoca un poco de nostalgia, vienen algunos recuerdos, pero el sentimiento predominante es agradecimiento por haber participado de un proyecto tan reconocido, por haber hecho feliz a muchas personas haciendo lo que me gustaba.

¿Piensas que al grupo se lo valoriza mucho más con el correr de los años?

—La verdad que sí, creo que hay muchos factores que influyen: el primero es la calidad musical y la atemporalidad de la música que hicimos, hay otras músicas que están más ligadas a un momento, a una época o a una corriente estilística. En cambio, la música de Los Rodríguez es atemporal, sobrevive mejor el paso de los años. Y después hay otras circunstancias que hemos visto en la historia del rock y del pop: las historias breves han tenido un trato de favor a la hora de mitificarlas, desde Jim Morrison, Jimi Hendrix o Janis Joplin hasta grupos que han durado poco, como los Beatles o Led Zeppelin.

La música de Los Rodríguez es atemporal, sobrevive mejor el paso de los años.

Con el paso del tiempo, surgieron artistas en los que la influencia de Los Rodríguez era muy palpable. “Las primeras veces que los escuchaba me sorprendía porque había algunos grupos que no disimulaban, y pensaba: ‘Con la cantidad de bandas en el mundo que hay para copiar y que la gente no se daría cuenta, si nos vienen a copiar a nosotros es porque tienen una cultura de rock limitada’”, confiesa Germán Vilella, pero enseguida aclara: “Igual siempre me ha parecido bien, siempre he sido muy modesto en cuanto a lo que hicimos, lo valoraba en su medida y no consideraba que tuviese un peso tan exagerado como le han querido dar”.

Otra de las características del cuarteto fue su constante relación con otros colegas más allá del rock y sus mutuas colaboraciones, algo en lo que fueron precursores: “Teníamos una mentalidad muy abierta y eso se notaba también en nuestra música, tocábamos estilos muy diferentes, fue un resultado natural y no predeterminado”.

Teníamos una mentalidad muy abierta y eso se notaba también en nuestra música, tocábamos estilos muy diferentes.

A propósito de esos viajes, luego del primer disco, Los Rodríguez fue por primera vez a Argentina y debutó en Cemento, el mítico lugar de conciertos del rock argentino. Según las crónicas de aquella época, el show contó con canciones propias, invitados como Fito Páez y covers como “No pibe” de Manal, además de la presencia en camarines de Charly García.

“Me sorprendió el público argentino porque es mucho más expresivo y efusivo, y eso para un artista es más gratificante, aquí en España te da la sensación de estar pasando un examen”, recuerda Vilella, y añade: “Esa fue la primera vez que fui a Argentina, no conocía el país, aunque ya me relacionaba con músicos argentinos porque en Madrid, desde la dictadura del 76, por desgracia para vosotros pero por suerte para nosotros, siempre tuvimos una cuota de músicos argentinos que llegaron y revolucionaron el concepto que teníamos del rock”.

¿Y qué fue lo primero que escuchaste o que te movilizó de la música argentina?

—Lo primero fue Spinetta, después Pappo y Charly García. A partir de aquí, cuando me di cuenta de lo que había, empecé a echar atrás y descubrí a Manal, Vox Dei y todos los grupos anteriores. Ahora se puede decir pero cuando íbamos a Argentina con Los Rodríguez yo decía en las entrevistas que me gustaba Soda Stereo y los compañeros me daban codazos para evitar que diga eso (risas).

Con Fito Páez también has tocado…

—Sí, eso fue cuando Fito estaba presentando el disco Tercer Mundo (1990) y vino a España a hacer una promoción muy modesta, porque en esa época aquí no era conocido. Vino solo, sin músicos, y Los Rodríguez le hicimos de grupo. Ensayamos dos semanas al ritmo enfermizo que nos caracterizaba e hicimos un concierto en una sala muy prestigiosa de Madrid que se llamaba Revolver. Disfruté mucho tocando esas canciones porque no tiene desperdicio todo lo que hizo Fito.

Los Rodríguez

Luego de la separación de Los Rodríguez, en 1996, Germán Vilella comenzó lentamente un cambio de vida. Primero dejó España para dirigirse a Puerto Rico, donde tiene raíces familiares, pero después de una temporada allí y de no encontrar lo que buscaba, tuvo intenciones de radicarse en Estados Unidos, aunque cuestiones burocráticas se lo impidieron. Así fue que recaló en Buenos Aires, en donde en principio iba a estar unos meses, que luego se convirtieron en seis años.

¿Cómo te decidiste a vivir en Argentina?

—En los primeros meses en Buenos Aires conocí a unos músicos muy buenos, empezamos a tocar y se formó un proyecto que llamé Dukakis, que era mi sobrenombre en Los Rodríguez. Yo tenía unas canciones de mi última etapa en el grupo y fui haciendo otras nuevas y esto derivó en un disco que no tiene edición física pero que se encuentra en Spotify. Esas canciones me siguen gustando hasta hoy.

¿Ese disco propio tuvo que ver con la necesidad de mostrar tus composiciones? Mucho se habló sobre la distribución de las autorías en Los Rodríguez e incluso se señala a ese como unos de los motivos de la separación…

—Cuando salí del grupo, yo tenía muchas espinas clavadas y una de ellas era que yo no había firmado cuotas de autoría en prácticamente ninguna de las canciones en las que consideraba que las tenía. Y bueno, el disco de Dukakis tuvo que ver con una cuota de vanidad, de querer demostrar que yo también sabía hacer canciones, la cuestión de todo artista de demostrarse a sí mismo que es capaz.

Cuando salí de Los Rodríguez tenía la espina clavada de que yo no había firmado cuotas de autoría en prácticamente ninguna de las canciones.

Sin embargo, la realidad socio-política y económica de Argentina también hizo mella en la historia del baterista, que a fines de 2001 dejó el país justo antes del Corralito y fijó su horizonte, ahora sí, en Estados Unidos. Pero la suerte de aquellos años parecía no acompañar a Germán Vilella: llegó al país justo después del atentado a las Torres Gemelas, por lo que la situación tampoco fue la ideal.

Unos meses después ya estaba nuevamente en Madrid, y retomó su actividad musical como baterista de Jaime Urrutia, ex cantante de Gabinete Caligari, histórica banda del rock español. Allí permaneció hasta 2011, además de haber colaborado en esos años también con artistas como Salvador Domínguez, Ariel Rot y El Canto del Loco.

Pero el desgaste de tantas giras llevó al músico a bajarse definitivamente de los directos –“el momento del escenario es fabuloso pero todo lo demás no”, sentencia– y a profundizar en su costado pedagógico. A su tradicional trabajo como profesor de batería le sumó una carrera universitaria en Pedagogía, un Master en Neuropsicología y otro en Orientación Educativa.

“Dar clases no es solamente enseñar una materia sino transmitir valores, ayudar y acompañar a las personas, es una cuestión muy humana a la que cada vez le fui tomando más el gusto”, afirma el baterista, y explica: “Estudiar neuropsicología me sirvió para entenderme a mí mismo y, de paso, entender muchas cosas de mis compañeros músicos y los aspectos diferenciales entre artistas y personas que no lo son”.

A pesar de estar alejado de los escenarios, el año pasado te volviste a reunir con tus compañeros de Los Rodríguez para grabar el tema “Princesa”, para el disco tributo a Joaquín Sabina. ¿Qué sensaciones te dejó ese reencuentro?

—Fue una emoción muy grande. Con Andrés estuvimos muchos años sin relación y cuando la recobramos fue muy intensa, intentamos recuperar el tiempo perdido. Antes de la grabación le fui a ver en uno de sus conciertos en España y ahí ya las sensaciones fueron las mejores. Y luego en el estudio el encuentro fue increíble, no notaba el paso del tiempo, estábamos tan compenetrados como siempre.

Una reunión formal parece improbable pero, mientras siga apareciendo material, quizás esté la posibilidad de reuniones esporádicas. ¿Eso podría darse?

—Una reunión formal la veo muy improbable, he visto otros grupos que se reunieron y me dejaron un sabor agridulce, más agrio que dulce. Pero sí que he abierto la puerta a colaboraciones con cosas muy concretas, esto puede surgir de un día para el otro, cualquier evento podría dar pie a una reunión, para hacer un show de tres o cuatro canciones. Ahora sale a la venta la biografía de Los Rodríguez (Sol y Sombra, Editorial BAO) y se había hablado de juntarnos y hacer una rueda de prensa, pero se ha tenido que posponer la presentación. Si las circunstancias se dan, todo lo demás está a favor, la espontaneidad siempre se nota y Los Rodríguez siempre fuimos muy espontáneos en todo lo que hicimos. Estamos bien cuando estamos juntos.