El viernes 17 de febrero la banda española Vetusta Morla marcó su regreso a Argentina después de cinco años, con un emotivo show de dos horas en el C Complejo Art Media de Buenos Aires.
Texto: Leila Pérez
Fotos: Joaco Divito para Gonna Go
Argentina llevaba cinco años esperando volver a conectar en vivo con Vetusta Morla. En medio de ese contexto, el mundo se dio vuelta para ya no ser el mismo. Ahora, a un lustro de aquel Teatro Ópera, la historia se ubica en el C Complejo Art Media de Chacarita, uno de los sitios actuales donde la movida cultural encontró asilo. Lejos han quedado las mascarillas, la distancia social, los abrazos prohibidos de los que han hecho canción los liderados por Pucho Martín. Hoy la vida y la música quieren ser celebradas. Y aquí, la fiesta.
Días después de que se cumplieran quince años de Un día en el mundo (2008), Vetusta Morla dio inicio a la gira que los llevará a recorrer parte de Latinoamérica. Buenos Aires fue el concierto previo a la llegada de los españoles al icónico festival Cosquín Rock, durante la jornada del domingo 19.
Con una enorme concurrencia, los de Tres Cantos llegaron al escenario porteño pasadas las 21:30 horas -luego de que Marki le diera calor a la atípica fría noche de viernes carnavalero- y la puesta en escena de luces cálidas, verdes y azules, nos adentraron en el mundo de Cable a tierra (2021), el último disco que les valió de grandes reconocimientos.
“Puñalada trapera”, “La virgen de la humanidad” y “No seré yo” dieron inicio al esperado retorno. Entre canción y canción, alguien del público gritaba un “gracias” cargado de emoción, como bálsamo a la ardua espera. Para los nostálgicos o fanáticos de la primera ola, llegaron dos clásicos: “El hombre del saco” y “Golpe Maestro”, la última más que vitoreada. “Volvimos para conectar más con los rituales que nos arrebataron y conectar con la humanidad que tanta falta nos hace”, comentó el vocalista ante una gran concurrencia que aplaudía este reencuentro con Vetusta Morla en Buenos Aires.
En la segunda tanda de la gran celebración que se vivía en el barrio de Chacarita, Guille Galván abandonó la guitarra por un rato para sentarse al piano y el clima se puso intimista cuando interpretaron “Corazón de lava”, uno de los últimos sencillos más coreados del último material. “Maldita dulzura”, “El imperio del Sol” y “Finisterre” siguieron en una aplaudida seguidilla de canciones que se coronaron ante una gritadísima “Copenhague”, en la que Pucho dejó lugar a que los presentes gritaran a viva voz que “dejarse llevar suena demasiado bien”. Este tema fue anclado a “La Vieja Escuela”, uno de los sencillos de Mismo sitio, distinto lugar (2017).
“23 de junio”, la gran balada de la banda, se robó todos los suspiros del recinto, que se convirtió en un gran salón en donde varias parejas se animaron a bailar el dulce vals de Vetusta. Del baile y los suspiros acompasados, todo se convirtió en fiesta con “Al final de la escapada”, donde todos cantaron a rabiar “que a tu banda favorita aún le queden muchos años y que su mejor canción aún esté por venir”. Como si no quedaran dudas de que tenían al público en el bolsillo…
“La diana”, “Lo que te hace grande” y “Palmeras en la mancha” elevaron la temperatura de un público que, a pesar del frío, se encontraba en estado de ebullición pero quería más, como si la ausencia de todos estos años necesitara ser recompensada. Pucho y sus colegas estaban entregados y aún faltaba más.
“Consejo de sabios”, uno de los clásicos de la banda –versionado con Wos en el concierto que brindaron el año pasado en el Estadio Wanda Metropolitano de Madrid– despertó un tsunami de coros, saltos y celulares filmando el momento. Acto seguido, “Palabra es lo único que tengo” selló un momento íntimo que volvió a subir su intensidad con “Te lo digo a ti”.
“Sálvese quien pueda” y “Valiente”, en continuado, se arrebataron las voces de los asistentes que venían calmados y “Saharabbey Road” hizo volar todo por los aires entre baile, gritos y la interacción entre la banda y el público, una verdadera comunión necesaria de “lololo’s” y “lalala’s”. Al finalizar con uno de sus primeros éxitos, los españoles se retiraron del escenario mientras la multitud coreaba “el que no grita Vetusta para qué carajo vino”.
“Si te quiebras” fue la canción con la que se marcó la parte final de un concierto que quedará para siempre en la memoria de la banda y de sus seguidores argentinos – y más de unos cuantos fanáticos de países vecinos que comentaban entre sí cuántos kilómetros habían hecho para verlos-, debido a su impacto y emotividad.
“Carteles de invierno” adelantó lo que sería el gran final, el himno de Vetusta Morla: “Los días raros”. Con los primeros acordes, las lágrimas de muchos se hicieron presentes ante el canto épico y los brazos en alto, los rostros mirando al cielo, al escenario, a quien se tenía al lado. Todo se unía como si fuera un pacto firmado entre música y público donde se juró que el futuro trae cosas buenas, donde la esperanza es clave y el amor es la bandera.
El regreso de Vetusta Morla a Buenos Aires dejó huella. Fueron dos horas en las que las canciones se convirtieron en refugio de cualquier cosa que pueda pasar. Eléctricos, grandiosos y potentes, esta agrupación hizo todo para conquistar a quienes no los conocían tanto y para sellar el romance con quienes les prometieron devoción eterna.