José Palazzo, fundador y director de Cosquín Rock, habló con FlipAr acerca de este festival, el más convocante de Argentina, y de su pronto desembarco en Málaga. La primera edición de Cosquín Rock España se hará este 17 y 18 de septiembre, en Marenostrum Fuengirola. Mirá el video:
Texto: Pilar Muñoz
Foto: Sepia Fotoagencia
“Cosquín Rock necesitaba una salida al mar y la encontró en España”, reflexiona José Palazzo, a pocos días de que el evento desembarque en Andalucía, y agrega: “El Marenostrum me generó un click, me flipó”. Es que, en su edición local, el festival de rock más grande y convocante de Argentina está de espaldas a las sierras cordobesas. Ahora, en Málaga, se desarrollará a orillas del Mediterráneo.
En su primera edición, Cosquín Rock España tendrá la presencia de varios artistas de renombre, luego de dos intentos fallidos. En 2019, Cosquín Rock llegaría como escenario exclusivo del SanSan Festival, pero un temporal hizo que se cancelara. En 2020, la pandemia fue la que aguó los planes. Por eso es que el empresario musical argentino, uno de los más importantes del país, pone todas las fichas en esta ocasión.
Según dice, Cosquín Rock tiene muchas chances de encontrar en España una sede duradera: “Creemos que, con mucho esfuerzo, puede llegar a ser uno de los festivales grandes del rock español”. Que artistas de la talla de Robe, Leiva o Ciro y Los Persas confíen, apuesten y estén confirmados en el cartel de esta primera edición da la pauta de que hay altas probabilidades de que así sea.
Cosquín Rock puede llegar a ser uno de los festivales grandes del rock español.
En Argentina, el festival creado por José Palazzo es sinónimo de celebración, de encuentro y de federalismo. Año a año, miles de personas se movilizan hasta la ciudad de Santa María de Punilla, en la provincia de Córdoba, para asistir a esta fiesta del rock, que les permite disfrutar en vivo –y en familia o entre amigos- de las bandas y solistas más relevantes del panorama musical.
—Hacía tiempo que Cosquín Rock tenía escenarios alternativos, pero a partir de 2019 sumaron propuestas urbanas también a los escenarios principales, lo que generó controversia entre los fundamentalistas del rock. ¿Cómo enfrentaste las consecuencias de haber abierto el juego?
—Lo primero que incorporamos fueron DJs de música electrónica en horarios marginales, y terminaron siendo muy exitosos. Después, durante siete años, tuvimos una carpa que tenía hip hop y trap. Cuando la música urbana ocupó espacios más importantes dentro de la música argentina, fueron ganando su propio protagonismo en Cosquín Rock. El año pasado hubo muchos artistas de trap y de hip hop y eso generó una polémica: la gente sentía que el Cosquín había perdido espacios de rock and roll. Y estaba muy desacertado ese análisis. Los chicos que movilizan el género urbano tienen una fuerza tan importante en sus redes sociales que lograron instalar que el festival tenía muchísimo trap. Y la realidad es que había dieciséis artistas de trap y hip hop, y sesenta y cinco de rock and roll argentino.
Cuando la música urbana ocupó espacios más importantes dentro de la música argentina, fueron ganando su propio protagonismo en Cosquín Rock.
—La variedad de estilos y géneros musicales hace que Cosquín Rock pueda ser disfrutado y compartido por varias generaciones…
—El festival le pertenece a un montón de gente que, durante muchos años, lo quiere como vacaciones, a donde quizás conoció a su mujer, a donde lleva a sus hijos… Padre e hijo con gustos diferentes pueden ver cosas juntos. Por ejemplo, salió Wos a la cancha y había treinta mil personas, de los cuales quince mil querían ver a Divididos y Las Pelotas. Pero quedaron con la boca abierta cuando vieron salir a este chico, que arrasó el escenario, y sus hijos –o quizás sus nietos- tarareaban las canciones como ellos tarareaban las de Spinetta, Divididos o Las Pelotas.
—¿Qué artistas de la nueva generación te están llamando la atención?
—De España me gustan Los Zigarros, Rulo y la Contrabanda, Ciclonautas. De Argentina, me gustan Mía Zeta, Louta, Zenón Pereyra, Nafta…
—Leiva ha dicho que, en España, Cosquín Rock tiene la mística del “Woodstock argentino”. ¿Cómo conociste al madrileño y qué impresión te dio la primera vez que lo escuchaste?
—Leiva me parece un artista gigantesco, un rockero de pura cepa, de esos rockeros que cada vez nos quedan menos. La primera vez que lo vi tocar fue con Pereza, en una gira con Ratones Paranoicos, y me partió la cabeza. Me pareció una banda rockeraza. A partir de ahí, lo empecé a seguir y tuve la posibilidad de tenerlo en el Cosquín Rock 2015. Participa en el documental y, además, tocó como invitado de Guasones.
Leiva me parece un artista gigantesco, un rockero de pura cepa, de esos rockeros que cada vez nos quedan menos.
—En Cosquín Rock históricamente se han dado colaboraciones sobre el escenario…
—Los featurings, como le dicen ahora, en el Cosquín Rock nacieron siempre de manera espontánea. Los Piojos y Las Pelotas, Bersuit y Las Pelotas… Todo eso sucedió en los primeros Cosquín Rock porque en el camarín de cada uno había solamente bebidas, la comida estaba en un patio donde teníamos un horno pizzero, porque no teníamos presupuesto, y un amigo nuestro que hacía las pizzas. Entre pizza y pizza, se armaron las zapadas más históricas del rock nacional en la plaza Próspero Molina, allá en el 2001, 2002 y 2003. Y después ocurrieron cosas increíbles, como la mixtura de Charly García con León Gieco o Charly con Pappo, que se encontraron de manera azarosa en un camarín.
—Algo distinto a los featurings de hoy, muchos de los cuales seguramente sean pautados por las compañías o mánagers…
—Yo creo que la espontaneidad de los cruces hace más historia y más rica a nuestra música. Todos los cruces actuales también son enriquecedores, pero yo siempre voto por la mixtura espontánea, por la mixtura de piel, por la mixtura de onda.
La espontaneidad de los cruces hace más historia y más rica a nuestra música. Yo siempre voto por la mixtura de piel, por la mixtura de onda.