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Ciro y los Persas en Barcelona

Ciro y Los Persas en Barcelona: un buen trago de rock para escapar a la vorágine

Ciro y Los Persas volvió a Barcelona después de un año e inició su nueva gira española con un show agotado en Razzmatazz. Si te lo perdiste, en esta crónica te contamos todo.

Texto: Christian Alliana
Fotos: Ronda Studio

Las inmediaciones del Razzmatazz, la mítica sala del barrio Poblenou de Barcelona, se visten de argentinidad, con banderas que cuelgan de los autos y la música piojosa que sale de los parlantes. Esta noche de jueves, Andrés Ciro Martínez –ex cantante de Los Piojos- dará inicio a una nueva gira por España con su banda Los Persas, y nadie quiere quedarse afuera. Es una ocasión especial: será el primer concierto con gente de pie. En su visita del año pasado, los coletazos de la pandemia todavía obligaban a la gente a estar sentada y con barbijos.

Hacia las ocho y media, las dos mil personas que agotaron las entradas unos días atrás ya colman el recinto y apenas unos minutos después la banda sale a escena con “Barón rojo”. Haciendo honor a los antiguos aviadores, Ciro luce unos Ray-Ban y comanda a sus músicos al ritmo de este rock riffero, que da paso a “Desde lejos no se ve”, la primera de tantas referencias a Los Piojos que sonarán a lo largo del recital.

Es que, a diferencia de otros artistas que prefieren no revisitar su pasado, el cantante evoca constantemente a su ex grupo y mantiene viva la llama de aquellos viejos rituales que fueron parte de dos décadas de rock argentino.

La lista de temas alterna entre canciones potentes y eléctricas, como “Banda de garage” y “Antes y después”, y otras más tranquilas, como “Canción de cuna” y “Me gusta”. El público se mantiene efervescente en todo momento. A esta altura, el aire del Razzmatazz es puro calor y la reciprocidad entre Ciro y su gente es constante. Ciro es el mejor showman del rock rioplatense –quizás Juanse sea el otro que pueda pelearle el podio- y con sus juegos vocales, herederos de la tradición africana de pregunta-respuesta, tiene al público a su merced desde el minuto uno.

Por eso, el argentino puede darse lujo de extender el final de “Tan solo” durante varios minutos, dar cátedra de blues con su armónica en una improvisación conjunta con su banda y amagar varias veces con el final del show, antes de enganchar “El farolito” con “El balneario de los doctores crotos” y “Muévelo”.

En épocas pre mundialistas, si se pudiese hacer un paralelismo con un equipo de fútbol, Ciro sería el líder indiscutido y Los Persas, el mejor equipo para rodear al capitán y salir victoriosos. Desde la guitarra principal de Juan Gigena Ábalos, pasando por la solidez rítmica del guitarrista Rodrigo Pérez, el bajista Broder Bastos y el baterista Lulo Isod, hasta las sutilezas en el teclado de Martín Lohrengel y los apoyos del trombonista Santiago Castellani y del saxofonista Eduardo Introcaso, el conjunto juega de memoria y deja todo en la cancha. Muestra de eso son los miles que ahora corean por “Maradó” –incluyendo al ex seleccionado Javier Saviola en la platea- y saltan a rabiar en “Como Alí”.

Sobre el final, “Pistolas” recuerda un poco la cruel realidad de las provincias argentinas –y los hermanos uruguayos y paraguayos también dicen presente flameando sus banderas- y “Ciudad animal” es el relato de quienes viven en ciudades de la furia. Porque si bien Barcelona no es Buenos Aires, tampoco escapa a la vorágine de cualquier metrópoli. Quizás por eso Ciro y Los Persas se despide del Razzmatazz invocando a los “Astros” y recordándoles a todos que “un buen trago no viene mal cuando pega la vida con tanta sed”.