En medio de la cuarentena, el argentino Dante Spinetta nos habló de la única norma que rige su vida y su carrera musical –hacer las cosas con amor, libertad y sin miedo al qué dirán-, de su relación con las nuevas camadas de artistas urbanos y del legado que le dejó su padre, el legendario Luis Alberto Spinetta.
Texto: Pilar Muñoz
Dante Spinetta es un artista ecléctico, que nunca se mantiene dentro de un mismo estilo musical porque siente la necesidad de mezclar funk con rock o hip hop con cumbia, algo que él no duda en relacionar con sus raíces y con el “clash cultural” que existe históricamente en Argentina.
Sin ir más lejos, su abuelo era un español que inmigró a la provincia norteña de Chaco, pero que allí conservó la costumbre de bailar flamenco en su tablado. “En mi corazón hay un gitano y vos sos el gitano de mi corazón», le decía por su parte su abuela cuando era chico y, sin saberlo, alimentaba en él un gran cariño hacia España.
“Es de mis lugares favoritos en el mundo, siento que es un país energéticamente muy iluminado”, sostiene hoy el músico argentino, y agrega: “Cuando fui por primera vez percibí que había algo mío que estaba ahí y quiero seguir experimentándolo”.
España es de mis lugares favoritos en el mundo, siento que es un país energéticamente muy iluminado.
Por eso, cuando se reabran las fronteras después de la pandemia, una de las cosas que planea es viajar a España para tocar sus canciones en vivo y, también, ver la posibilidad de hacer colaboraciones con artistas de allá –sus fantasías van desde Rosalía, Nathy Peluso y C Tangana hasta El Cigala, Concha Buika y Alejandro Sanz-.
A lo largo de su carrera, ese carácter versátil hizo que, muchas veces, la propuesta de Dante Spinetta no fuera enseguida bien recibida. Con Illya Kuryaki and the Valderramas –el dúo que formó junto a Emmanuel Horvilleur en los noventa y con el que sacó el primer disco de rap en Argentina-, por ejemplo, le costó mucho ganarse el respeto de sus colegas: “Para los rockeros éramos demasiado raperos y para los raperos éramos demasiado rockeros”. Sin embargo, hoy está seguro de que eso lo fortaleció e hizo que nunca le importara la opinión del resto ni ser una especie de “mutante”.
“Muchos músicos han tenido miedo de ser ellos mismos por encajar en la industria pero yo creo que es al revés, que la industria se tiene que adaptar al arte porque ahí es donde hay una revolución, algo nuevo que decir”, sostiene quien se considera parte de “la resistencia”, y agrega: “Algunas veces tendré más éxito que otras pero lo mantengo real, y eso es lo que a mí me ceba”.
Muchos músicos han tenido miedo de ser ellos mismos por encajar en la industria pero yo creo que es al revés, que la industria se tiene que adaptar al arte.
Así, en ese “viaje personal” en el que Dante Spinetta propone distintos paisajes musicales, aparecen trabajos como Pyramide (2010), álbum bisagra de su carrera solista, en el que el hijo de “El Flaco” Spinetta terminó de apartarse del rap más ortodoxo. En «Cumpa (El Mero Mero)» –según él “un trip como del desierto, mezcla de Tarantino con el Gauchito Gil”-, por ejemplo, incursiona en los ritmos cumbieros, con Adrián Dárgelos de Babasónicos como invitado; mientras que en “Alelí”, en la que Fito Páez canta y aporta su piano, da algunas pinceladas folklóricas.
En otras oportunidades, el músico también ha trabajado con artistas tan disímiles como los grupos de cumbia Damas Gratis y Mala Fama, la popular artista mexicana Julieta Venegas o el DJ portorriqueño Tony Touch. “Yo conecto con la gente real, esa que hace las cosas de corazón”, asegura, y añade: “Ponerse límites cuando uno siente algo es ridículo, los que me siguen desde siempre ya están acostumbrados a que en cada disco flashée algo diferente”.
Los que me siguen desde siempre ya están acostumbrados a que en cada disco flashée algo diferente.
Es esa libertad la que permite que Dante se lleve tan bien con la nueva generación de músicos urbanos y la que hizo que, cuando estaba trabajando en la canción “Verano hater” junto al productor Rafa Arcaute, enseguida pensara en Duki como músico invitado. “Sí, jefe, estoy ahí”, le respondió el trapero más conocido del país, y a la semana estaban grabándola en el estudio. Algo similar le sucedió con Neo Pistea, otro referente de la escena, con quien hizo “No sigas”.
“Me copa encontrarme con nuevos guerreros del sonido, gente con esa apertura mental para poder volar y que a nivel rima la tienen atadísima”, sostiene Dante, quien comparte con los nuevos ídolos adolescentes también la desfachatez a la hora de vestirse y el poco reparo en el qué dirán.
Me copa encontrarme con nuevos guerreros del sonido, gente con esa apertura mental para poder volar.
Es que, para el ex IKV, la estética es parte fundamental de su obra y podría pensarse que su ecuación es cincuenta por ciento música/cincuenta por ciento imagen, elementos que se retroalimentan y que hicieron que siempre se destacaran sus looks extravagantes, con cadenas, plumas y corsés. “Muchas veces compongo a través de imágenes”, revela, y se confiesa fan de películas viejas como Blade Runner (1982) o de series como Invasión Extraterrestre (1983), producciones que muchas veces lo inspiran para crear canciones.
Otro pilar de su propuesta artística es el baile, en el que fue un precursor. De chico, Dante Spinetta miraba videos de break dance y toda esa data luego fue incorporada a sus distintos trabajos. “Para mí el baile es súper importante porque tiene que ver con la sangre, el sexo y el amor”, señala quien también en sus letras se animó a hablar abiertamente de la sexualidad –que en ese momento era un tabú-, y explica: “La cultura del rock más tradicional no avalaba a la música bailable porque la veía como una boludez, pero música vacía hubo siempre en todos los estilos”.
Para mí el baile es súper importante porque tiene que ver con la sangre, el sexo y el amor.
El hecho de sacar a la luz ciertas temáticas de las que no se solía hablar fue, dice, gasolina para su espíritu. Lo hizo en Chaco (1995) de IKV, donde había canciones como “Hombre blanco”, que abordaba injusticias policiales como el gatillo fácil, y también en su carrera solista. En el disco Puñales (2017), por ejemplo, incluyó el tema “Supremacía”, en el que hablaba de entender y respetar las diferencias.
“Hay mucha gente que tiene pre-conceptos con uno por ser latinoamericano, justamente por toda esa mezcla que tenemos y por ser sudacas, lo cual para mí es un orgullo”, señala, y aclara: “Yo llevo la bandera del mundo y no creo en las fronteras, la cultura une pueblos”. Al haber viajado tanto y conocido a mucha gente de distintos lugares, Dante tiene “hermanos” en todos lados.
Yo llevo la bandera del mundo y no creo en las fronteras, la cultura une pueblos.
También visibilizó una problemática sobre la que poco se habla en “Aves”, su último lanzamiento, en el que trabajó con INCUCAI para concientizar acerca de la importancia de la donación de córneas. “Al principio el video salió en portusojos.com y sólo podías verlo si apuntabas con la cámara del celular a los ojos de alguien”, cuenta, y añade: “Si no lo hacías aparecía fuera de foco, como mensaje metafórico de que se necesitan los ojos del otro para poder ver”.
De esta manera, Dante Spinetta sigue apostando a través de su música a la creatividad y a la audacia para dar un mensaje comprometido, algo que no suele verse tan seguido. Al momento de pensar en la industria discográfica, el músico opina que en la actualidad está muy atravesada por los intereses comerciales, por la necesidad continua de generar hits, y que se consume música como si fuera fast food.
“Si te mandás en el tren de complacer a todo el mundo sin mostrar lo que realmente sentís te convertís en una oveja, cuando capaz eras un león”, señala, y asegura que, con el tiempo, lo que realmente está hecho con el corazón sale a flote. “Soltar”, una canción que grabó con la Orquesta Filarmónica de Praga y que publicó hace más de un año pero que recién ahora está teniendo repercusión, sirve para graficarlo.
“Es importante no tener miedo y hacer lo que te salga real, lo que te represente, sino estás jugando a ser una marioneta”, sostiene. Esa es uno de las herencias de su padre, quien le repetía una y otra vez: “Hacé lo que sientas, Dante, porque esta es tu vida”.
Mi viejo me decía: «Hacé lo que sientas, Dante, porque esta es tu vida». Esa es una de las influencias más grandes que tengo.
Él, que creció viendo a Luis Alberto componer aquellos temas que marcarían para siempre al Rock Nacional en el living de su casa, se siente bendecido por haber nacido en esa familia en la que siempre predominó el amor y el arte, a pesar de los distintos altibajos –por cuestiones económicas pasó por diez colegios diferentes y aprendió, por ejemplo, a estar feliz en Navidad tanto cuando recibía una revista como cuando le regalaban los muñecos de He-Man que deseaba-.
“Mi papás me enseñaron el concepto de libertad y de amar con pasión lo que hacés y a la gente que te acompaña”, explica acerca de ese legado que espera poder transmitirle también a sus hijos, y agrega: “Eso es lo verdaderamente importante, después está toda la espuma y el ruido, lo que te distrae”.