El sábado 23 de abril, Muerdo se presentó en el Teatro Gran Rex, uno de los escenarios más emblemáticos de Buenos Aires. Fue en el marco de su gira 10 años de flores, viento y fuego, con la que el español celebra su primera década en la música.
Texto: Pilar Muñoz
Foto: Esteban Llauradó
Pasaron pocos minutos de las nueve de la noche. Las luces del Gran Rex se apagan y, sobre el escenario, un reflector desvela con un haz de luz a cada uno de los músicos. El último en aparecer se lleva la ovación general. Pascual Cantero –Muerdo– pisa por primera vez una de las tablas más icónicas de la calle Corrientes de Buenos Aires y marca otro hito de su carrera musical, que este año cumple su primera década.
“No tengo prisa en llegar / Voy persiguiendo mi sueño”, entona el artista español en el inicio del show, casi como una alegoría a esta experiencia iniciática en el emblemático teatro porteño. “Sendero de paso lento”, primer tema del setlist, ya da una pista de la que será una noche cargada de emociones.
—Propongo a la producción que me bajen a esa gente, que la quiero tener cerca —exclama Pascual, viendo que hay varios asientos vacíos en la parte baja del teatro, mientras muchas personas miran el espectáculo desde las bandejas del primer y segundo piso—. Sería una medida anti clasista, me parecería bien.
Todo el Gran Rex se funde en un aplauso, celebrando el gesto del murciano, que continúa con el recorrido por sus diez años en la música. A “Luz natural” o “Canto pal que está despierto” –ambas incluidas en el disco Viento Sur (2015)- le sigue “Claridad”, con el que la gente se levanta de las butacas. Sus cuerpos comienzan a dejarse llevar por los matices del reggae, que continuarán con “No me quieras mal”.
—¡Es un placer hermoso estar acá! Os quiero a todos y todas —dice Muerdo antes de presentar a los primeros invitados de la noche: Sofía Viola y Maximiliano Padín, con quienes interpretará “Lejos de la ciudad”, una de las más cantadas por el público.
Luego llega un interludio y, durante ese pasaje en el que sale de escena, Muerdo sigue demostrando su respeto por la cultura autóctona de Argentina. En su ausencia, hay un exquisito cuadro dominado por los bombos, el zapateo, las boleadoras y el malambo.
—Hay que poner en valor el folclore de los pueblos, mientras vivimos en un mundo homogéneo, con identidad global. ¡Que no perdamos esos ritmos! —exhorta el artista español a su regreso.
Casi promedia el show y todavía faltan varios invitados, que llegarán con el correr de los minutos. Rochi Igarzábal hace junto al español una sentida versión del bolero “Dos gardenias”, compuesto por la cubana Isolina Carrillo en 1945. Más tarde, irrumpirá sobre el escenario otra mujer empoderada, Connie Isla, para hacer vibrar al Gran Rex con “Yo soy”, todo un himno feminista.
Entre canciones reflexivas como “Vas a encontrarte” o “Invisible”, algunas más románticas como “Llegué hasta ti” –que dedica a Rodrigo, su pareja, quien lo mira desde las butacas- y otras más bailables como “La canción de la carretera”, Muerdo transmite en el Gran Rex toda su luz y contagia sus ganas de vivir. Hasta parafrasea en varias ocasiones a Jack Kerouac y su famosa cita de En el camino (1957):
“La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas”.
Después de cantar junto a Bahiano “Pupilas lejanas” –el clásico de Los Pericos- y de presentar a cada integrante de su banda argentina, Pascual habla de su abuela Margarita, quien le decía que todo lo que uno crea en su interior se proyecta en lo que atrae.
—El canto y la música son una herramienta divina para atraer a nosotros lo que deseamos. Hagamos un ejercicio en mi primer Gran Rex, para atraer lo bueno —pide el murciano, para luego repetir, a modo de mantra, “¡Lo bueno p’acá, lo malo p’allá!”, mientras señala el corazón y el techo, respectivamente.
De repente, lo que parece el cierre decanta en el popular “una más y no jodemos más” y, antes de irse del Gran Rex, ese escenario ansiado por tantos artistas, Muerdo regala a su público porteño una emotiva versión a cappella de “Las cuarenta” (1937), el tango compuesto por Francisco Gorrindo y Roberto Grela.
Para cerrar una noche en la que se rindió tributo constante a lo folclórico, recita “Coplas” –incluida en su último disco, La sangre del mundo (2021)-, en la que homenajea al Martín Fierro. Y, mientras emula los latidos de su corazón golpeando el micrófono contra su pecho, asegura: “Cantando, cantando me han de enterrar / Cantando, vine a este mundo a cantar”.