El largometraje de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez Segundo Premio (2024), una de las estrellas del BAFICI en la sección Vanguardia y Género, es un acierto sobre la desesperada leyenda de Los Planetas y se marca como una de las películas españolas del año.
Texto: Leila Pérez
En la 25° edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), las propuestas españolas han sido muchas y de gran calidad, pero la crítica posó sus ojos en la promesa del cine ibérico: Segundo Premio (2024). Con dirección de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez -y libro también de Lacuesta y Fernando Navarro-, este largometraje llegó al festival de cine argentino con muchas ilusiones. Es que ya había tenido un brillante paso por el Festival de Málaga -donde ganó los premios a Mejor Película, Dirección y Edición- y por el D’A Film Festival de Barcelona; por lo que la crítica se animó a decir que se trataba de una verdadera obra maestra.
Antes de adentrarnos en esta nueva joya del cine español que se estrenará en su país de origen el próximo 24 de mayo, hay que reparar en un par de cuestiones que mucho tuvieron que ver con este resultado. De comienzo, quien había tomado las riendas del proyecto había sido Jonas Trueba, pero a dos años de comenzar con esta idea, desistió por varias diferencias artísticas poco explicadas. Finalmente, apareció Isaki Lacuesta a llevar adelante el mismo, pero por cuestiones familiares la posta final la compartió con Pol Rodríguez. Este caótico inicio tranquilamente puede explicar sobre de qué va la película.
Apenas empieza, Segundo Premionos adelanta que no es una película sobre Los Planetas, aquella banda que pateó el tablero de la música española, pero sí. O tal vez no. El interrogante sobre lo que pasó en verdad o no quedará en el aire. En búsqueda de lo que sería su tercer disco y tras el fenómeno que se habían marcado con Super 8 (1994) y Pop (1996), la banda granadina quería ir a por más, pero la historia cambió cuando La Bajista -personaje basado en May Oliver e interpretado por Stephanie Magnin- decide, sorpresivamente, culminar su paso por la banda.
Ella no puede sostener la vida que supone integrar una agrupación de indie rock ni convivir con los excesos y las oscuridades que posee ese mundillo. Su salida de la agrupación marca un quiebre, ya que siempre ha sido cercana de El Cantante -una brillante actuación de Daniel Ibañez- y El Guitarrista -una sorprendente presentación cinematográfica de Francisco “Cristialino” Ocete-. Los tres han tenido una relación idílica de amistad y amor que no se aclara del todo. Con un baterista nuevo, un fichaje en el bajo bastante curioso y distante de lo tradicional y mil dudas, buscan salir a flote.
De allí en más, los 110 minutos de Segundo Premio recorren con más sombras que luces el camino de la agrupación. La aspiración de El Cantante por llegar a Nueva York y darle el sonido que le falta a la banda en su nuevo material se convierte en una obsesión, pero en medio lidia con la presión de la discográfica y el caos con el que vive El Guitarrista, quien parece estar más cerca de los cielos por sus excesos con las drogas que del estrellato por el reconocimiento artístico.
Para hacer un gran éxito, es menester vivirlo todo y vaya que se lo demuestra. Con mucha lisergia, drama y traumas dignos de los años noventa, el filme recorre esta historia con los amores, los odios, los egos y las diferentes fases que pueden vivir los vínculos tóxicos. A veces no hace falta ser pareja para viciar de conflictos la vida y vaya que los rockeros pueden demostrarlo.
Una frase que se desprende de “Toxicosmos”, una de las canciones que compone el álbum, es: “Y aunque los huesos duelen, cada paso duelen más / algo así no debería terminar”. Con sus taras, quiebres y cuestionamientos, Segundo Premio logra ser una exquisita película que conmueve porque retrata una búsqueda sentida de encontrar una salida, de rescatar y rescatarse, de que ese camino no se debía terminar. Es una producción con alma, que va más allá de Los Planetas y de su proceso para obtener el consagrado Una semana en el motor de un autobús (1998) y seguir siendo la gran banda de culto española.


