Zaramay –A.K.A. “El jefe del malianteo”- habló con FlipAr acerca de este gran momento artístico, en el que sus videos de rap y reggaeton suman millones de reproducciones. El músico adelantó lo que se viene en materia de colaboraciones y su primera gira por España, en la que recorrerá salas de todo el país.
Texto: Pilar Muñoz
La esquina del barrio, históricamente, es escenario natural de jóvenes que moldean sus sueños despacio, con aguante y vocación. En los noventa, fue el semillero de las bandas de rock que marcaron la década. Hoy es testigo del auge de la música urbana y de artistas como Zaramay, que encuentran en la calle un lugar de pertenencia pero, también, de inspiración.
Para Agustín Carlos Roberto García, ahí arrancó todo: en la esquina de Zárate y Maipú, en Villa Ballester. En esa esquina del conurbano bonaerense, emergió la ambición y el hambre de éxito de este joven de familia trabajadora que, en el rap y en el reggaeton, forjó su principal vía de expresión y progreso.
“Fue de a poco, no es que vinieron y me tocaron con la varita”, asegura el músico argentino, acerca del gran momento que está viviendo: sus canciones hoy suman millones de reproducciones. Según cuenta, grabó las primeras barras en 2014, con dieciocho años, en el estudio casero de un amigo, y por ese entonces cosechaba cerca de quinientas vistas.
Todo fue de a poco, no es que vinieron y me tocaron con la varita.
Desde un principio, Zaramay tuvo las ideas claras y eso lo llevó, en 2016, a profesionalizar sus videoclips, lo que hizo que las visitas a su canal de YouTube ascendieran a cientos de miles. Ya entre 2019 y 2020 terminó de consolidarse –pegarse– como referente del género, en parte gracias a sus colaboraciones con otros artistas destacados.
Zaramay no ahorra autoelogios a la hora de referirse a sus logros, algo que genera polémica en las redes sociales, donde los comentarios de los haters son casi tantos como los de los fanáticos. Sin embargo, él cree que la mala publicidad no existe y que lo importante es que se hable de él, no pasar desapercibido.
—Te autodenominás como “El jefe del malianteo”. ¿Cómo describirías eso?
—El malianteo es originario de Puerto Rico, pero yo trato de mantener esa esencia acá, hacer el reggaeton de antes. Me atrevo a decir que yo fui el que pegó el reggaeton y el malianteo en Argentina. En la escena local antes de 2020, se escuchaba Modo Diablo y todo trap con autotune. Después de que yo saqué la session con Bizarrap la escena cambió. Yo empecé a hacer reggaeton y malianteo, y hoy están haciendo todos reggaeton. Nosotros cambiamos el juego al cien, hicimos un juego nuevo.
Yo empecé a hacer reggaeton y malianteo, y hoy están haciendo todos reggaeton.
—¿Qué se escuchaba en tu casa cuando eras chico?
— Cuando yo era pibe estaba Much Music y MTV, se consumía buena música y tenía la mente muy abierta, escuchaba de todo: desde los Red Hot Chili Peppers hasta 50 Cent. Vengo de una familia que escuchaba buena música y, de mi parte, siempre me gustó la movida de Puerto Rico: Daddy Yankee, Don Omar, Wisin & Yandel… Para poder hacer reggaeton hay que escuchar reggaeton.
—En una de tus últimas canciones, “Tanto fronteo”, se hace alusión a esa actitud ostentosa que caracteriza a la mayoría de los artistas urbanos. ¿Qué tan importante es la imagen para el rapero?
—El fronteo es lo que a los argentinos no les gusta que hagas, pero es parte del género. Acá se compite por todo: todos queremos andar en el mejor carro, tener la cadena más cara, el mejor reloj; de eso se trata. Creo que también hago música para poder darme mis lujos, sino no me mataría laburando y sería un conformista. No me conformo con un sueldo, con tener una cerveza en la heladera, eso no es para mí… Después viene un artista nuevo y te dice: “Vos perdiste la humildad”. ¡Acá la gente es terrible!
Todos queremos andar en el mejor carro, tener la cadena más cara, el mejor reloj. Creo que también hago música para poder darme mis lujos.
—¿Quiénes son tus referentes nacionales e internacionales?
—De afuera, me gusta mucho Curtis Jackson –50 Cent-. ¿Acá en Argentina a quién voy a tener de ídolo? ¡Si yo soy el que más escribe!
—¿Cómo es tu proceso de escritura y qué canalizás a través de ella?
—Tengo muchas técnicas para escribir, depende. Por ejemplo, cuando quiero hacer un tema comercial, un reggaeton o un trap, pongo la pista y es como más flow. En cambio, cuando quiero hacer rap no escucho nada, pienso lo que quiero decir y lo escribo. Primero escribo el contenido sin rimar, y después empiezo a jugar. Capaz que estoy caminando por la calle, se me viene una barra y la anoto en el teléfono, es así. Ahora ando medio vago igual, hace como veinte días que no escribo ni voy a grabar.
Cuando quiero hacer rap, primero escribo el contenido sin rimar, y después empiezo a jugar.
—Hay muchos músicos que publican libros. ¿Te gustaría escribir en ese plan?
—Yo escribo guiones de películas. Me imagino historias, secuencias, y las escribo en papel, a ver si en un futuro puedo sacar una miniserie. Me gusta mucho el cine independiente y las historias de la calle. Todos mis relatos dejan un mensaje: algo que no tenés que hacer o qué puede pasar si lo hacés. Lo descubrí hace poco, hace un año, y cuando me quise acordar tenía un montón escrito.
En sus canciones, Zaramay se destaca por sus letras y su forma de rimar, un talento que lo acerca a los raperos de la vieja escuela. Así, por ejemplo, en plena cuarentena lanzó la “Freestyle Session #13” con el dúo madrileño Natos y Waor, colaboración que suma más de quince millones de reproducciones y que le dio al argentino una gran visibilidad internacional.
Según cuenta, un día se levantó y tenía un mensaje de ellos, en el que lo felicitaban y le preguntaban si quería trabajar en algo juntos. “Ellos habían pegado antes que yo y que me lo preguntaran fue un golazo; son buenos músicos, escriben muy bien y en España convocan una banda de gente”, sostiene.
Natos y Waor habían pegado antes que yo y que me escribieran para colaborar fue un golazo.
El acuerdo fue hacer dos temas: uno se publicaría en el canal de Zaramay y el otro, en el de Natos y Waor. Por el momento, el único que salió fue el que se estrenó, en septiembre de 2020, en el canal del argentino. Lo trabajaron en conjunto a través de Whatsapp, sobre una pista de Nahuel The Coach, su productor.
“Ya está lista la segunda canción, pero tenemos que grabar el videoclip”, revela Zaramay, a pocos días de conocer en persona a sus colegas españoles. Es que, nueve meses después de ese feat, “El jefe del malianteo” se embarcará en su primera gira por España, en la que recorrerá distintas salas de todo el país. “Vamos a estar de acá para allá, va a ser una mesa de billar eso”, se ríe.
En su primer viaje fuera de Argentina, Zaramay planea reunirse con los principales referentes españoles del género y trabajar con ellos. “Todos los temas que voy a ir sacando van a ser con músicos españoles”, adelanta, y asegura: “Hablo mucho con artistas de allá”.
Todos los temas que voy a ir sacando van a ser con músicos españoles: Yung Beef, Kaydy Cain, Omar Montes, Kidd Keo, El Jincho, Marco Italia…
—¿Qué va a ser lo primero que hagas cuando llegues a España?
—Apenas llegue me voy a ver con Yung Beef; no sé qué me esperará esa noche, ya huelo el peligro. Y me encanta el jamón crudo, así que muero por probar el de allá. ¡O una paella!
—¿Con qué otros artistas se vienen cosas?
—Kaydy Cain, Omar Montes, Kidd Keo, El Jincho, Marco Italia…
—Siempre dijiste que querías trascender las fronteras de Argentina…
—Imaginate que ni sé si vuelvo… Cuando uno cumple un ciclo ya está, y en Argentina yo ya hice lo que tenía que hacer. No tengo que demostrar más nada. Ahora quiero ir afuera, quiero ir a jugar bien.
En Argentina yo ya hice lo que tenía que hacer. No tengo que demostrar más nada.
—Con el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél, hace poco se reflotó en España el debate acerca del rap y la libertad de expresión. ¿Seguiste el caso?
—Estaba al tanto porque yo también estaba preso cuando pasó, pero prefiero no hablar de eso.
—¿Qué le dirías hoy, a días de empezar tu primera gira internacional, a ese adolescente que creció en San Martín y que la luchó para hacerse un lugar en el rap?
—Le diría que todo llega. Yo nunca me quité de la cabeza ese pensamiento, siempre supe que iba a pasar esto que está pasando. Cuando estaba preso, yo estaba para atrás, me quería ir a mi casa, no quería estar en cana. Y el abogado venía y me decía: “No te pongas mal; tranquilo, que pasa y te vas a ir de gira”. Y mirá, me estoy yendo a España y hace dos meses me tenían encerrado, dándome comida como a un perro.
Todo llega, nunca me quité de la cabeza ese pensamiento. Siempre supe que iba a pasar esto que está pasando.
—En “Ta’ cabrón el Himalaya II” decís: “No me olvido pa’ dónde voy, tampoco de dónde salí”. ¿Hacia dónde se dirige Zaramay?
—Nosotros no tenemos techo. Vamos por todo o morimos en el intento.