Desde su casa en las afueras de Madrid, el actor español Fernando Cayo habló con Revista FlipAr de su experiencia interpretando al Coronel Tamayo en La Casa de Papel, opinó sobre las nuevas generaciones de actores que triunfan a nivel mundial a partir de las plataformas de streaming y describió su vínculo con Argentina y Latinoamérica.
Texto: Pilar Muñoz
Foto portada: Siro López – Fotos LCDP: Netflix
“Necesitamos una revolución cultural y educativa profunda”, sostiene Fernando Cayo, uno de los actores más sólidos de España, que se hizo conocido en Argentina y el mundo entero por encarnar al Coronel Tamayo en La Casa de Papel, pero que trabaja en simultáneo en diversos proyectos de teatro, cine y televisión.
Lejos de ser un mero entretenimiento, para él la cultura es un bien de primera necesidad y, por eso, ansía que en su país se la respete como en Francia o Alemania. El éxito de la serie de Alex Pina, que a él le dio popularidad internacional, hace su aporte a ese ideal convirtiendo a las series españolas en un producto for export.
En la vida real, el actor nacido en Valladolid es más cercano al pensamiento de los atracadores de La Casa de Papel, quienes pelean contra las extremas desigualdades sociales, que al de su personaje de ficción: “No puede ser que mandemos un cohete a Marte y no seamos capaces de generar un reparto de recursos inteligente para que nadie se muera de hambre”.
No puede ser que mandemos un cohete a Marte y no seamos capaces de generar un reparto de recursos inteligente para que nadie se muera de hambre.
El Coronel Tamayo, que asume el mando del operativo policial para terminar con el atraco al Banco de España, no es tan despiadado como la inspectora Alicia Sierra –Najwa Nimri-, a quien le pide “diálogo y tregua”. Sin embargo, es temperamental y tiene escenas de alta adrenalina en las que insulta de manera hilarante.
“Me cago en la madre que parió a Panete” es una de sus frases más recordadas. Según revela el actor, Panete era el muñeco corporativo de una panadería de Cádiz y haberlo nombrado de forma absurda en un momento de extrema tensión tiene que ver con una costumbre popular española, “medio de enfado, medio de coña”, de querer hacer reír a pesar de estar irritado.
“Los guionistas son muy sabios combinando la tensión y el sentido del humor”, sostiene el artista, y revela que el equipo coordinado por Javier Gómez Santander llega a escribir hasta cincuenta versiones de un mismo capítulo: “Cada escena se piensa y se repiensa”. Él, por su parte, al momento de interpretar al personaje lo que hace es ajustar el guión a su manera de decir: “Por la fisiología de cada uno, todos hablamos distinto, entonces intento que todo sea lo más fácil para que resulte natural y que la gente lo crea”.
Los guionistas de La Casa de Papel son muy sabios combinando la tensión y el sentido del humor.
En la carpa del Cuerpo Nacional de Policía todo es intenso, cargado de adrenalina, pero entre las secuencias más desafiantes que le tocó rodar Cayo recuerda una en la que llevó una bodycam pegada al pecho y un contrapeso detrás. “Es en el momento en el que estalla la tanqueta, en el primer capítulo de la cuarta temporada, que él está súper agobiado y abre las cortinillas para salir de la carpa”, recuerda, y explica que esa tecnología hace que el espectador sienta de cerca su desesperación.
Hoy las escenas y los diálogos de Tamayo se multiplican en las redes sociales, donde el actor recibe el afecto de fanáticos de todos lados. Es que la serie, cuyas dos primeras temporadas en Antena 3 fueron un fracaso, se convirtió en un fenómeno mundial después de que Netflix adquiriera sus derechos de distribución y produjera la tercera parte.
“La vida es un subibaja, una montaña rusa en la cual lo único que tenemos seguro es el cambio constante”, sostiene Fernando Cayo, quien en su larga trayectoria actoral ha aprendido a tomar los “no” como un reto para mejorar: “Así como el éxito te pone en un sitio cómodo, el fracaso es una buena escuela que te empuja a la búsqueda y a plantearte cómo va todo”.
Así como el éxito te pone en un sitio cómodo, el fracaso es una buena escuela que te empuja a la búsqueda.
Según él, la televisión española venía de muchos años de tiranía por parte de ejecutivos que no sabían nada del mundo audiovisual y que tomaban decisiones erráticas: “Capaz había siete series de hospitales y siempre contrataban a los mismos actores y actrices”. Por eso Fernando celebra haber participado también en otras producciones como Señoras del (h)AMPA que, asegura, hace un tiempo no habrían tenido lugar. “Un grupo de amas de casa de barrio se convierten en unas genias del crimen chungo”, cuenta acerca de la trama de esta serie en la que trabaja la actriz argentina Malena Alterio.
Si bien ha participado en muchas ficciones, Fernando Cayo tiene cierta tendencia a encarnar personajes con mucho peso, como Maquiavelo –en la obra teatral sobre “El Príncipe”- o a Napoleón –en El Ministerio del Tiempo-, por nombrar sólo algunos. “Debo tener cara histórica”, bromea, y cuenta que ahora está preparando una versión moderna de Creonte, de la tragedia Antígona de Sófocles.
Debo tener cara histórica, los personajes históricos me persiguen.
“Tengo cierto sentido chamánico de la existencia y creo que cada proyecto que me llega en un determinado momento me quiere decir algo”, señala, y agrega: “Lo que más me gusta es que me sorprendan los personajes y, también, viajar trabajando”. Entre sus experiencias en Latinoamérica, el actor destaca cuando hizo teatro en Costa Rica en el marco del Festival de San José, cuando grabó en Perú la película Doble juego (2004) y la filmación de El juego de la verdad (2004), en Argentina. “Así, conoces al país de verdad, no sólo la realidad del turista, sino que trabajas con la gente del lugar mano a mano”, explica.
Respecto a la cultura argentina, expresa su admiración hacia actores como Federico Luppi o Ricardo Darín y el director teatral Daniel Veronese, y asegura que Buenos aires es una de las ciudades con más librerías que ha conocido y una de las grandes capitales teatrales del mundo: “Para nosotros sois una gran fuente de inspiración”.
Buenos aires es una de las ciudades con más librerías que he conocido y los argentinos son una gran fuente de inspiración.
Asimismo, destaca la labor de Rodrigo de La Serna, el argentino que se sumó al elenco de La Casa de Papel para interpretar a Palermo. “Es un personaje curioso y complejo, una rareza”, subraya respecto a ese papel, y añade: “Es el heredero de Berlín, ese tipo aristocrático y con carisma, que al mismo tiempo parece un psicópata”. Según Fernando Cayo, la personalidad soberbia y calculadora de Palermo nada tiene que ver con el estereotipo que se tiene en España de los argentinos, a quien siempre se los asocia con los psicólogos: “El prototipo es el terapeuta argentino, de hecho el mío es de allí”.
Entre sus proyectos a futuro, el actor vallisoletano fantasea con un viaje por trabajo a la Argentina, con dirigir un largometraje –ya lo ha hecho en tres cortos- y con conseguir financiamiento para el documental que ideó acerca de los servicios de inteligencia de España: “Felipe II los creó por primera vez en el mundo y, rascando, encontré una línea histórica muy interesante”.
Encontré una línea histórica muy interesante acerca de los servicios de inteligencia de España.
De momento, el proyecto que espera ver la luz pronto es Hasta el cielo (2020), una película de Daniel Calparsoro en la que Cayo trabaja, que se estrenará en España el próximo 28 de agosto. Protagonizada por Miguel Herrán –Río en La Casa de Papel-, cuenta también con la participación de varias figuras del mundo del rap que, según él, “han demostrado que actúan fenomenal y dan al filme un nivel de credibilidad”.
Con más de treinta años de trayectoria en el mundo actoral, Fernando Cayo aplaude el talento de los artistas jóvenes –hace poco le entregó un premio revelación a Miguel Bernardeau por su trabajo en Élite– y remarca el hecho de que esta nueva generación de artistas que triunfan en las plataformas de streaming crecen con la facilidad de tener una cámara de 4k en sus propios móviles. “Cuando yo empecé la grabación de video era algo extraordinario, tenías que llamar a alguien que viniera con una cámara, en cambio ahora puedes hacer una película con tu móvil”, recuerda.
Para finalizar, en el que seguramente sea su mejor momento profesional, Fernando entiende al éxito como algo que debe gestionarse con calma y la cabeza fría: “Tienes que tener buena higiene mental y gente sana a tu alrededor que no te haga la pelota todo el rato, para no convertirte en un puto gilipollas”.