La niña de fuego, el EP que la cantante y actriz argentina Ángela Torres grabó en España junto a Alizzz, combina matices de distintas épocas y espacios, y rinde homenaje a dos estrellas de la época dorada del cine argentino: su abuela Lolita y Tita Merello.
Texto: Pilar Muñoz
Foto: Warner Music Argentina
La fusión es una marca de época a la que recurren los artistas del momento, pero Ángela Torres lo hace tan natural que no parece responder a una moda. En La niña de fuego, su primer EP, conviven cosas de ayer y de hoy, de acá y de allí, de manera genuina y convincente. No es una apuesta que choque.
Los sonidos urbanos se nutren del pasado, con melodías arrabaleras y tintes flamencos. Y su voz, delicada pero guerrera, se amalgama mágicamente con la de su abuela Lolita. El material parece estar bendecido por ella, la más española de las voces argentinas, “la españolita” Torres.
La niña de fuego (1952) fue una de las películas que consagró a Lolita, quien luego grabó una canción homónima, versión de un clásico que en España se hizo popular por el cante de Manolo Caracol y el baile de Lola Flores. Hoy su nieta rescata un fragmento de esa interpretación y lo samplea en el primer track de su esperado EP.
Pero el homenaje no termina ahí. La portada del trabajo, un primer plano de Ángela Torres teñido de azul, remite al arte de tapa del disco Grandes Éxitos (2002), que compila los mejores trabajos de su abuela.
“La niña de fuego, con sed de veneno, no tiene miedo de besarte otra vez”, repite “LNDF”, un tema que –si no hubiese pandemia- tendría todo para convertirse en un hit en ese baile del que habla la canción. Lo que es seguro es que su ritmo pegadizo lo convertirá en tendencia en todas las aplicaciones de videos de corta duración.
Los primeros cortes de difusión, “Aló”, “Guapo” y “Flotando”, dieron la pauta de lo que sería un EP potente, con seis canciones producidas por el catalán Alizzz. Después de todo, ¿qué se puede esperar de un productor que trabaja codo a codo con Rosalía y C. Tangana, los artistas españoles que están marcando el pulso de la música actual?
En esas primeras pistas, Ángela Torres hablaba de superar con altura un desengaño amoroso, de “to’ esa mierda que se inventa la gente” y hasta de las sensaciones confusas de un mal viaje lisérgico. Pero, sobre todo, de “una armadura que es de acero”. “Ahora nadie nos frena, juntamos todas las pibas, tiemblan los de arriba”, cantaba como himno feminista.
Los tracks que ahora completan el EP desvelan otra faceta de la artista y muestran que, más allá de esa personalidad arrolladora, se cuelan otras emociones. En “Frágil”, por ejemplo, aparece una Ángela más vulnerable, con miedos e inseguridades, que le canta a alguien especial: “Lo que siento no lo tapo ni con humo y maquillaje”.
En “Arrabalera”, por otra parte, le rinde tributo a otra gran cantante y actriz argentina, Tita Merello, que en 1950 filmó una película con ese nombre y luego popularizó una canción homónima compuesta por Cátulo Castillo.
En este último track de La niña de fuego, Ángela Torres apela a un tono más nostálgico, propio del tango, con un estribillo que habla de noches de luna llena y penas. Sin embargo, resurge su actitud empoderada: “Esta vez no me va a reconocer, estoy cambiando la piel, si me pierdo inventaré un camino”. Y, como siempre, la luz del faro que la guía: “A mi miedo lo maté por mi abuela, que ella es mi destino”.